Schrödinger, los gatos y el suicidio cuántico  

Anotado por ℝFD GAZ in ,

Mucho se ha hablado del famoso gato de Schrödinger, que si el mismo era un hombre cruel y que no le gustaban los gatos, que si pobre gato... Es obvio que realmente Schrödinger nunca mató un gato, y precisamente haberlo hecho habría arruinado su experimento sobremanera.

El experimento del gato y la caja es un experimento imaginario, una situación ficticia con el fin de pensar en las implicaciones que conlleva la naturaleza probabilística que rige a la materia en escalas subatómicas.Consideremos (como mil veces ya se ha hecho) al gato metido en la caja de la siguiente guisa:

El material radiactivo puede o bien desintegrar o bien no desintegrar en una proporción 50/50. Si desintegra, el contador Geiger-Müller activará un circuito que liberará al martillo de manera que éste caiga sobre la botella de veneno, que se sublima y mata al pobre gato, que está ahí sentado ajeno a todo. Sin embargo, si no desintegra, no sucede nada y el gato vive.
Ahora bien, la gracia del experimento está en eso, no abrir la caja. No se puede abrir la caja porque al hacerlo estamos alterando el experimento. Se supone que al estar dentro de la caja y poder saber su estado, el gato está experimentando lo que llamamos superposición cuántica.



Algo que matemáticamente los físicos no dudamos en hacer a diario, no es más que multiplicar un factor que llamamos probablilidad por el autovector de ese estado propio.
Sin embargo para el pobre gato es más complejo que todo eso. Es decir, el gato está en un estado en el que está vivo o muerto en un factor de 1 sobre raíz cuadrada de dos en cada caso. Es decir, si sumamos los cuadrados de ambas probabilidades, obtenemos una probabilidad de 1.

Lo que este galimatías matemático quiere decir es que realmente estamos ante una abstracción simple y ronroneante para poder comprender lo que sucede a nivel cuántico, ya sin gatos.

Existe, de hecho, otro experimento similar, llamado Suicidio Cuántico, en el que tenemos a un pobre científico (o becario) sentado dentro de una caja (Esperemos que más grande que la del gato) con una pistola apuntando a su cabeza que es manipulada según la rotación de una partícula subatómica, si la partícula gira en sentido horario, el arma puede disparar, si gira en el sentido antihorario, el arma se encasquilla.
El científico muere obviamente si la partícula gira en sentido horario, pero si no, el hombre se frustra y vuelve a intentarlo, repitiéndose la encrucijada de realidades. De esta forma, este hombre, cada vez que apretase el gatillo, estaría dividiendo el universo en dos caminos distintos, entre los cuales, en uno de ellos siempre podría escapar con vida. Esto se denomina Inmortalidad Cuántica (No es coña, es así de friki).

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3 Anotaciones

Reconozcamos que todos queremos que muera el gato.

21 de junio de 2010, 3:43

En el caso del suicidio cuantico hay algo que no me termina de cuadrar. Fuera de la caja sucede lo mismo que con el gato, no sabemos si esta vivo o muerto y por tanto tenemos la superposicion de estados, pero dentro de la caja, una vez que ha apretado el gatillo, ha realizado una "medicion" de la particula y por tanto su funcion de onda colapsaria a ese estado. Por tanto si tiene la suerte de salvarse, a partir de ese momento se salvaria siempre, no?

Tambien puede ser que siga sin tener ni puta idea de cuantica.

un saludo

27 de julio de 2010, 5:43

Gracias por tu comentario, Manuel.
Me ha costado un rato pensar en tu pregunta acerca del tema de si apretar el gatillo forma parte precisamente del proceso de medida y, como tú dices, la función de onda colapsaría a ese estado, posiblemente tengas razón en la práctica (no pongo en duda tus conocimientos de física cuántica para nada) pero creo que el suicidio cuántico no es más que un ejercicio mental similar al del gato de Schrödinger. No estamos midiendo, la pistola es una abstracción.
Se me ha ocurrido pensar en que el gatillo esté permanentemente apretado, de manera que todo dependa de la rotación de esa partícula.

De todas formas es una abstracción sin importancia que me pareció curioso señalar.

Una vez más, Manuel, gracias por tu reflexión.
:)

27 de julio de 2010, 8:21

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